El escándalo de Horner: ¿Red Bull al borde del colapso?
La trama de la Fórmula 1 nunca se detiene y, esta vez, el ojo del huracán está centrado en Christian Horner, el mandamás de Red Bull. Tras una denuncia de conducta inapropiada presentada por una empleada, el drama se desató en el paddock y los rumores comenzaron a multiplicarse como conejos. Horner se vio bajo la lupa y, aunque al principio todo parecía apuntar a una posible despedida, un investigador externo determinó que las acusaciones no tenían fundamento. Sin embargo, la historia no acaba ahí, porque la denunciante decidió apelar, llevando el caso nuevamente a la sala de juicios… ¡perdón, de investigación!
Con una nueva ronda de análisis y un segundo abogado independiente que entró en escena, Red Bull publicó su comunicado que, en cristiano, viene a decir que ya está todo resuelto y que la empresa continuará con su marcha triunfante hacia más campeonatos. Horner queda absuelto y la escudería se compromete a mantener altos estándares de conducta en el trabajo. Todo suena bien y dandy, pero este tipo de situaciones deja un tufo de incertidumbre en el aire, sobre todo en un equipo que ya ha vivido tensiones con la famosa axila de sus dos pilotos.
Lo que gerra aún más leña al fuego son las especulaciones respecto a la salida de Adrian Newey, el ingeniero más famoso del circo. ¿Acaso esta acusación influyó en su decisión de cambiar de aires? ¿O fue simplemente el cansancio de lidiar con la drama queen que es Horner? Con Max Verstappen también en el panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿Podría esto afectar la relación entre los pilotos y la escudería, o estamos ante un tormentón en una taza de té?
Aprovechando este escándalo, lanzamos la pregunta al aire: ¿Es la cultura de “mayor esfuerzo” de Red Bull, que tantas veces se ha glorificado, la que está fomentando tensión interna o simplemente se debe a la presión constante de obtener resultados? Y ey, para no irnos a la cama sin un poco de controversia, ¿debería Horner quedarse en el equipo o es hora de que lo echen por la puerta grande? ¡Que suene la campana, mis amigos!